martes, 16 de octubre de 2012

EL DILEMA DE LA GOTA DE SUDOR



Por: Miguel Ángel Ortiz
Eran las cuatro de la mañana, en el afán de un sueño sin fin tornado en pesadilla se encontraba en la superficie de la piel. Es la primera en este día. El miedo estimula la ansiedad y las primeras gotas de sudor empezaron a verse. Ella es una de tantas. Reposaba en el cuello lampiño de aquel medico que descansaba de un turno largo y catastrófico, acababa de perder a uno de sus pacientes, un niño de 10 años que murió de cáncer.
Al lado de una cicatriz de niñez se encontraba la gota de sudor, salada y tibia  divisaba a lo lejos mas gotas asomándose, teme perderse en la inmensidad, y es así que resbalándose lenta y cautelosamente por el pecho del joven médico que aún  seguía dormido. Reposa en una de sus costillas, que por las largas jornadas se habían marcado más,-“no quiero ser una gota de sudor más, quiero ser libre, poder vivir y renacer en el mar; quiero ser parte de esa inmensidad”; señalaba la gota al buscar la manera de salvarse. Siguió su camino y se tropezó con  más gotas que en el auge de lamentable situación saltaban desde alturas perdiéndose en la invisibilidad del entorno. Era una habitación en la playa, era oscura y desordenada, nada podía guiar su camino, pero aquella aun cargaba un sueño, una razón para luchar y un destino por el cual vivir. Había nacido para para desaparecer, y por un estimulo de la sensación de miedo, pero ella se negaba a aceptarlo.
Luego de pasar el abdomen y recordar aquel momento en que fue creada (más precisamente en las glándulas sudoríparas), cuando les impartieron las indicaciones que debían seguir, - “debes ser una simple gota y morir en el intento”.
De repente, el medico en el clímax de su sueño despertó de un impacto, sacudió su cuerpo y se levantó bruscamente, la gota se aferra con toda la fuerza que podía tener, casi le era imposible mantenerse y esquivar las sabanas húmedas y olorosas por sus compañeras que ya habían desaparecido, pero lo consiguió.
Se deslizó ágilmente y se alojó en el ombligo, esperando que algo posterior le ayudara a cumplir su cometido. Pasan algunos minutos, 5 o 10 pero en realidad no supo cuántos. De repente rompió el fúnebre y abismal silencio de aquel oscuro y abominable lugar, otra gota de sudor que buscaba un escape; no faltaron palabras para descubrir lo sucedido, la impregnación de aquellas dos gotas divisándose era más que suficiente. ¿Al caso podría tener sentimientos, si solo fue fabricada para morir?; se cuestionaba la gota de sudor cambiando su ansiedad en solo silencio y tranquilidad, solo los dos se tenían y por una atracción inexplicable se acogían.
Rayando ya las 5 y 10 de la mañana el anfitrión de las gotas decidió caminar en la playa, sin camisa y  sin zapatos; no podía soportar la idea de que aquel niño, de tan solo 10 años había muerto, aun conservaba en su mente las lagrimas que derramaba  de manera mortuoria la madre de la víctima. era el primero de sus casos y se cuestionaba una culpabilidad.
El caminar lento agitaba el abdomen y a su vez ocasionaba un diminuto cismo produciendo el temblar de las gotas a cada paso. La gota de sudor miró al horizonte y vio brillante, ante una luna desapareciendo en el amanecer aquella inmensidad de agua, era el mar, era su sueño, y estaba tan cerca de cumplirlo junto a su otro nuevo deseo, la otra gota de sudor.
Luego de mucho pensar, decide arriesgarse y saltar  a un recipiente en forma de plato que yacía en  la playa, -“vamos, lo lograremos juntos, seremos parte de la inmensidad, de una eternidad de aventuras  y de un sinfín de amaneceres” le decía la ilusionada gota de sudor a la otra.
Continuando, así mismo luego de muchas divagaciones y planteamiento, lo decidieron, ¡saltaran!, en nombre de un sueño, de su pasión de ser y de su amor (que había acabado de descubrir) para así continuar juntos.
Se escuchaba solo las olas del mar y a lo lejos un eco interminable que abrazaba la  oscuridad latente del amanecer, y sin mas pensarlo la gota del sudor salta y cae justamente en el plato. -salta!, le grita a su compañera que esta justamente en el borde del ombligo, -“ tengo miedo, ¡no puedo!”, responde la gota de sudor que aun no sabia si el mar era su sueño. 
Pasó alrededor de un minuto cuando un movimiento repentino del joven médico, con una toalla sobre su abdomen, sesgo la vida de la gota, su único amor, que minutos atrás había acobijado en el ombligo de aquel temeroso hombre, ya no existía, ya se había ido y con eso una ilusión mas.
La gota pasmada de dolor se lanzó al mar y se perdió en el infinito horizonte, solo se dejó llevar y guiar por las olas fuertes que golpeaban su ser; cumplió su sueño, pero su libertad ya dependía de algo mas que el egoísmo de salvarse sola, dependía  del amor de su vida  de su amada, de…  su gota de sudor.




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